Llegó el momento que llevaba algunas semanas esperando con mucho deseo: Escuchar en vivo SING SING SING y envolverme en esa noche estrellada a ritmo de swing. Todo lo que siento al escuchar la síncopa del trombón es un rush de emoción por el momento y época que no viví. Una melancolía por tiempos anhelados y no vividos.
Después aparece la solista que comienza a cantarme (sí, sólo a mí por que me he envuelto en una esfera de gozo personal impenetrable) una canción que me recuerda lo que sentí cuando estaba a tu lado ese día de mi cumpleaños y estábamos en el estudio, puse una canción muy mía y tu me sorprendiste con tomar mi mano e invitarme a bailar, ese momento cuando mi cara se acomoda en tu regazo y sólo se escucha al fondo “…and my heart beats so that I can hardly speak” ese es mi paraíso personal. Ella cantó y te recordé como algo muy mío. Siguió cantando.
En algún momento entre el beat alguien me tomó de la mano, conociendo perfectamente el agarre y la superficie de esta y me giró para atraerme a su cuerpo expectante de hacer “clic”. No entendía lo que estaba pasando ya que todo estaba pasando tan rápido que mi cerebro no podía con tanta información pero el corazón supo al instante que este era un momento de completa felicidad y que pusiera resistencia sería una falta total a mi ser.
Miré enfrente de mi tus hermosos ojos marrones, me perdí en ellos y seguí tus pasos, tu ritmo, como si nunca nos hubiéramos separado.
El vaivén del swing permitió que entrases en mi esfera privada. La magia de la música. Rompe barreras inquebrantables.
Yo no te pregunté y tu dijiste nada.
Volvíamos a estar juntos. Tu y yo. Con declaración intrínseca que el amor y la vida volvían a nosotros.
¿Bailar o mecernos? Dejar que el cuerpo demuestre lo que el swing declama.
Nuestros cuerpos tan torpes de las almas tan finas que se desesperan al no poder hacer mas con sus transportes terrenales.
Ví esa luz. Esa luz que trae paz al corazón.
Ese tono tan hermoso de púrpura que transmuta al rosa tan cósmico que nos hace recordar los cielos de nuestra estrella hogar. Ese vaivén de los cuerpos que nos recuerdan la entrega de almas allá, del otro lado de la galaxia, de donde venimos.
Mis labios comienzan a moverse, no para decir algo, sino para recitar este himno de amor mientras de mis ojos emerge un brillo que se materializa en cristal líquido, se escapa de ellos para rodar por mis mejillas y recordarme que la felicidad puede ser tanta que se manifiesta en lágrimas.
Sin querer empiezo a tomar conciencia poco a poco que el beat lentamente va a concluir y aferro este momento a mí para que no me deje caer ahora que concluya todo. No me da miedo que la música se vaya; enfrento con amor y gracia lo que Dios, la vida y el Cosmos nos depara…
Te veo a los ojos y no puedo pensar en que decir. Sólo lleno de amor, gozo, éxtasis, placer mi alma y mi espíritu. Regenero y cargo de luz mi ser para llenar de fuerza esta alma mía y así poder soportar los embates de la vida.
Te amo y te amaré siempre.
always yours,
always mine,
always ours.
NOTA:
Nuestros amigos han planeado todo. Ellos te dijeron en donde iba a estar, donde me buscaras y mas o menos que riesgos podrías tener conmigo.
Se dieron cuenta que hay vidas que deben ser compartidas y que la luz que emanan guían hacia la luz de Dios. Eso es invaluable.
Dentro de la esfera llegué a escuchar aplausos de amor. De que gracias a ellos volvían a juntarse las almas que aman con plenitud.
Mientras bailábamos nos rodearon con su amor par que nada ni nadie nos robara este momento que nos regaló el universo.
